martes, 2 de marzo de 2010

EL TREN

Los vagones llegaron a la ciudad, vacíos como tantas veces. Se iban llenos y volvían vacíos. Sentado solo en el cordón de la vereda un niño como tantos de la ciudad de Praga, soñaba.
El traqueteo de la máquina lo sacó del ligero sopor que estaba envuelto y una nube de humo oscureció su vista. No le importó demasiado. No había nada para ver. No había nada que sentir por eso siguió dormitando. Dormía sintiendo la presencia de la máquina. Tuvo un sueño:
Un monstruo gigantesco de una gran cola bufaba enceguecido escupiendo humo y él iba a su encuentro. Abrió su bocaza y un olor fétido lo envolvió.
Ahora estaba en su intestino oscuro y frío. Resignado se acurrucó en un rincón donde otros niños también estaban. Los movimientos del estómago del animal comenzaron a triturarlos. Unos a otros se chocaban y morían en los encuentros.
El aire le faltaba. Comenzó a sentir frío y de repente despertó pero ya era tarde. Ahora era un niño más en el tren que volvería vacío.

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