sábado, 30 de octubre de 2010

Sarina, la de las rosas

Ande había ser en Karatsh, una joven hermosa llamada Sarina. Su familia era muy pobre, por eso ella trabajaba con don Abraham el sastre del pueblo.
Sarina era conocida por sus manos mágicas. Hacia unos zurcidos invisibles a los ojos.
Como era tan linda, todos los jóvenes del lugar querían enamorarla.
Un día conoció a un mancebo que dejó iluminado su rostro para siempre. Solo había un problema era muy, muy rico, el más rico del pueblo.
-Hijo tienes que buscar una joven con una buena dote para acrecentar nuestra fortuna- le decían sus padres.
Pero él no hizo caso y se enamoro perdidamente de la joven.
Creció entre ellos un amor puro y poderoso.
Todas las mañanas llegaba a las manos de Sarina una rosa roja como símbolo del amor que el joven sentía. Ella en vez de guardarlas entre las hojas de un libro comenzó a plantarlas en su jardín.
En Karatash ahora se la conocía como “Sarina la de las rosas”.
Llegó a tener cientos, miles de ellas. Tenía rosas en todos los rincones, en su jardín, en su balcón, en el patio, en la cocina, en los jarrones y macetas.
-¿Qué puedo hacer madre con esta invasión?
Un buen día se levanto, juntó docenas de rosas, sacó uno a uno sus pétalos y los cocinó.
Un pedazo de corazón iba en cada uno de ellos.
Fue tan exitoso este elixir que recorrió Karatash y otros lugares vecinos.
La familia del joven también lo probó y se endulzaron de tal manera que sus corazones se abrieron llenos de amor y Sarina fue aceptada.
Esa es la historia que guarda el “Dulce de Rosas”. Pruébalo, verás cómo tu corazón se tiñe de amor.
Dulce de rosas (conyá)

Ingredientes

½ kg. pétalos de rosas
½ kg. azúcar
½ lt. de agua
2 limones

Preparación

Lavar los pétalos y escurrirlo. En una cacerola ponerlos bien picados con el azúcar y el jugo de los 2 limones. Amasar hasta hacer una pasta luego colocar esta mezcla en el fuego con el ½ lt. de agua. Cuando se espese, sacarlo. Dejar enfriar.











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